Solsticio de Mí
melanie martins
Y si la luz en mi piel te ciega
¿ Es culpa mía que no me veas?
¿Es mía la culpa de que no me entiendas?
Y si el sol no se cruzase conmigo
¿sería yo algo más que oscuridad?
Estaría perdida sin la luz,
pero si te ciega y yo te quiero
¿ quién ha de decidir de qué prescindo?
​
Intento empaquetar todas mis venas y nervios en el diminuto espacio que me ofreciste
como casa,
pero cada vez que las compactas paredes rozan mi piel, mi cuerpo magullado chilla
inútilmente por algo más,
más dimensión, más volumen,
más espacio entre tu y yo,
más luz.
Masoquista de mí malinterpretar mis deseos y engañarme disimulando que lo que
deseo eres tú.
Porque no sé donde apoyar mis manos si no están tus brazos y porque me daño al
tocar la fina sábana situada sobre mis nervios irritados y huesos rotos, ¿ y al ritmo de
qué pasos canto si no caminas tú a mí lado?
Ha pasado tiempo y me siento más cálida.
Nunca tan sensible, nunca tan cómoda.
Estuve buscando en ti algo que tenía en mí.
El sol me da el calor que tu no;
el viento me ayudó a respirar cuando tu no me lo permitías;
las raíces de los árboles me ayudan a caminar y el agua refresca mi corazón cuando se
calienta demasiado por pensar en ti.
Y la luz no me ciega.
Aún así sigo buscando tu olor en las flores que me rodean.
Sabiendo que es lo último que necesito,
sigo queriendo que me veas.
​
¿Por qué no me ves? ¿Es por la luz en mi piel?
Bailo entre el caos que es mi mente,
sigo mi melodía,
intentando decidir de quién prescindir.
¿De ti o de mí?
¿Cuántas veces voy a sacrificar mi luz por ti?
¿Y cuando lo vas a hacer tú por mí?
Desorden Acústico en Mi Interior
Siempre hay ruido en mi patio.
A veces por su dueña, otras por otros, nunca nada ajeno a mí.
El clima es tan variable, pero aún así hay una horrible sequía y el viento susurra
palabras solitarias, con las que se lleva cualquier gota de agua que pueda querer dejar
caer.
Las flores crecen marchitas y con pocas ganas de florecer; son mil y una hojas
diferentes de "por qué" y "por qué yo".
Y siempre hay ruido, incluso en las noches más tranquilas en las que puedo distinguir
claramente las constelaciones y cómo me sonríe la luna puedo escuchar un zumbido
continuo y regular que retumba entre las paredes de mi oasis.
¡Qué sitio tan bonito creé y cómo se derrumba poco a poco!
Intenté construir con todo tipo de materiales buenas paredes y un suelo que me
sustentaran y protegieran, pero fue misión fallida, no habiendo nada más fuerte que mi
destino y sus desdichas.
¿Cuán débil he de ser? ¿Cuán difícil de amar he de ser?
Igual es porque carece de puertas, pero nunca nadie se animó a entrar. Es irónico que
esa sea la causa de la ausencia de estas. ¿Tan vergonzoso y deshonesto se ve desde
afuera? Al final, ¿para qué voy a construir algo si no le voy a dar uso? Si vieran
puertas de madera pudriéndose poco a poco, rindiéndose ante los ojos de la naturaleza,
¿se preocuparían e intentarían entrar?
¿O entrarían solo para reírse de los restos dañados de lo que alguna vez fui? ¿De los
destrozos y sobras que hay en el jardín?
Era un jardín muy bonito, bajo nubes de ignorancia que a veces llovían, dejando salir
las gotas necesarias para hacer crecer a la diversa flora que, de alguna manera,
sobrevivía.
¿Es todo culpa mía? ¿Si hubiera tenido las herramientas necesarias para en mi jardín
trabajar, hubiera dejado que llegara a este nivel de deterioro, donde reina la
podredumbre? ¿He de vivir toda mi vida pensando en cómo hubiera sido todo, cuán
diferente sería, si hubiera tenido material de jardinería?
Aún en pie, en el jardín actual gobierna una niebla de desinterés que me intenta
mantener viva. El sol ya no se preocupa de salir, ni la lluvia de precipitarse e
hidratarme. De la mano va un joven ser agotado, extremadamente cansado, que trata
de insonorizar el ruido, intentando encontrar el fin a mis dudas, los quejidos de las
plantas y el barullo del viento para poder obtener el silencio que me merezco.
Mis llantos, que en forma de gritos contribuyen a la sequía y aumentan el ruido y la
fuerza del viento, no se escuchan afuera, no saben traducirse. Al igual que a las hojas
de mis árboles, en otoño, solo les queda caer.
Y es que siempre va a haber ruido en mi jardín, es un hecho con el que tengo que
crecer y en mi tumba sepultar.
Me pregunto si el zumbido cesará, si llegará a un fin.
Igual que me pregunto por qué, por qué yo, y por qué a mí.
I am a nineteen-year-old girl who has always been fascinated by different worlds. Since childhood, I loved reading and writing, and my teachers always encouraged me in these passions. I was fortunate that the adults around me, especially those at school, would gift me books regularly. This support led me to discover my favorite book, "Guarda da Praia," which was gifted to me by a Portuguese teacher during my time studying in Portugal. I highly recommend it!
As a child, I wrote a lot of rhymes, but as I faced the challenges of adolescence, my writing evolved to a more dramatic style. Today, my writing allows me to express emotions that I find difficult to articulate, and I believe that is the essence of my art.